Page 19 - De este mundo... y del otro
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antes, cumplía con sus obligaciones manteniendo su casa limpia y bonita,
            esperando siempre el regreso de su familia, mientras lo hacía, hablaba en
            voz alta, como si su mamá y sus hermanas estuvieran presentes, les decía
            cuánto las quería, que todo lo hacía para que el día que regresaran, su
            hogar fuera el lugar más agradable en el que hubieran estado.


            Una tarde, al  volver  de  pastorear  a  sus  borregas y haberlas  guardado,
            escuchó pláticas en la cocina de su tía, como si hubiera visita y cuál fue
            su sorpresa, al entrar vio a la mujer más bonita del mundo, resplandecía,
            era en verdad hermosa, se quedó unos momentos paralizado, disfrutando
            tanta belleza, esa mujer en verdad que despertaba amor, entonces, como
            recibiendo un toque eléctrico, reaccionó y corrió a los brazos de esa bella
            mujer, entregando en un fuerte abrazo toda la energía almacenada en su
            ser por una larga ausencia.


            El abrazo entre ellos pareció una eternidad, sus cuerpos se fundían en un
            solo ser, el amor era evidente, se abrazaron y besaron incontables veces,
            lágrimas de felicidad brotaron de ellos, mientras tanto, otros dos pares de
            brazos lo esperaban con impaciencia, sus hermanas los miraban con tanta
            dulzura que no les importó esperar su turno para saludar a su querido
            niño, Andresito reaccionó y sin soltar a su mamá, estiró su brazo para que
            sus hermanas se unieran a tan emotivo saludo.


            No dejaba de abrazarlas, besarlas a cada una, entonces  los invitaron a
            pasar a la mesa, recibieron la comida en compañía de toda la familia,
            Andresito estaba extasiado; al terminar, se retiraron a su casa a pasar la
            noche, la mamá estaba preocupada por cómo iba a encontrar su hogar,
            pensaba que tenían que ponerse a limpiar las camas para pasar la primera
            noche, Andresito y su tío no dijeron nada. Se fueron los cuatro, caminando,
            tomados de la mano, la felicidad iluminaba su camino.


            Entonces, Andresito las detuvo en la puerta exterior de la casa y les dijo
            que él y su hogar las habían esperado con todo su amor, que entraran
            y  se sintieran como  unas reinas; abrió la puerta  y ellas  se quedaron
            sorprendidas al ver las plantas floreciendo en las macetas que estaban en
            los corredores, era un jardín hermoso, era una casa preciosa, limpia, como


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