Page 24 - De este mundo... y del otro
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Guardianes del pasado
Era septiembre y nuevamente estaba lloviendo, caminaba rumbo a
mi jardín de niños con el gusto de preparar todo para mis pequeños,
por eso no me importaba dar toda esa gran vuelta al río, es más, era
divertido que a pesar de cuidar donde pisaba, de repente el lodo
atrapaba mis botas y me las quería arrancar, y por más que forcejeaba,
la lucha continuaba al siguiente paso, y así hasta llegar al llanito, en
donde deslizaba mi calzado para que fuera dejando todo el lodo que se
había acumulado.
Sin darme cuenta, ya había pasado un mes de estar en esta maravillosa
localidad, me encantaba admirar el paisaje, caminar entre el bosque, tener
la neblina al alcance de mi mano y en ocasiones perderme dentro de ella,
era como pasear entre las nubes, y…, después de cruzar el río, atravesar las
siembras para encontrar, al fondo, mi escuelita.
Lo más bonito era que, aunque todavía no fuese hora de entrada, me
fascinaba ver correr a los pequeños hacia mí, para darme la bienvenida,
creo que habíamos hecho un gran equipo, les encantaban las actividades
y hasta me enseñaban los cantitos que en sus casas habían aprendido, por
eso el tiempo de clases se pasaba muy rápido, pero debo de revelar una
cosa, me agradaba mucho oler esas ricas dobladitas que les llevaban sus
mamás para comer a la hora del recreo.
Y no pasó mucho tiempo para que tuviera el honor de recibir mis propias
dobladitas, mmm, que deliciosas, y eso que me advirtieron que la gente de
esta comunidad era difícil de complacer, sin embargo, sus hijos si estaban
contentos, tanto, que las señoras me preguntaban qué les daba, porque
estaban muy felices en la escuelita.
Y así, llegó el momento de realizar la primera festividad, se repartieron las
comisiones, unos niños iban a cantar, otros a bailar, unos más a conducir el
programa y bueno, la emoción los desbordaba, tanto que, al siguiente día,
antes de la hora de entrada, ya tenía a todas las mamás afuera del salón,
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