Page 26 - De este mundo... y del otro
P. 26

entre pláticas y risas, al dar la vuelta para dirigirnos a su patio, me encontré
            con un lugar muy adornado, con una larga mesa para todos los asistentes,
            mis padres de familia habían preparado una gran comida, agradecí mucho
            la atención y les comenté que sin su apoyo eso no sería posible, sin embargo,
            al terminar la última palabra, niños y padres empezaron a corear una gran
            porra.


            Todos aplaudimos y empezamos a comer muy gustosos, era temprano,
            por ello no me preocupaba por el regreso, ya que la combi pasaba cada
            dos horas, bien me alcanzaba el tiempo para estar en la parada, así que
            disfrutamos de una agradable fiesta social, conocí a todos los padres de mis
            pequeños y platicamos plácidamente; ya para retirarme, me levanté de la
            mesa y agradecí profundamente, y para que no se ofendieran por dejar
            tan bonita convivencia, les mencioné que tenía que regresar, ya que me
            esperaban mis 45 minutos de caminata.


            Y entonces, hizo su entrada la segunda sorpresa, otro padre de familia se
            levantó, pidió silencio y me comentó que, en agradecimiento a la gran
            labor que estaba realizando, a la felicidad que sus hijos mostraban por
            ir a la escuela, los papás se había organizado para arreglar una vereda
            que sólo ellos usaban, para que yo también la utilizara, y así ya no diera
            tanta vuelta, que habían hecho un poco más ancho el sendero y habían
            apuntalado muy bien los troncos que hacían de puente, por lo que esa
            tarde, me iban a acompañar para mostrarme el camino.


            No tenía palabras para agradecer tal reconocimiento, nunca pensé que
            algo así sucediera, que por mí mejoraran un acceso a una comunidad y,
            sobre todo, que me permitieran usar una vereda exclusiva de sus habitantes,
            porque como bien sabía, tenían fama de ser una localidad muy unida pero
            muy cerrada a los visitantes, no obstante, me lo había ganado y estaba muy
            feliz.


            Así que entre aplausos y porras, me empecé a despedir de cada uno de ellos
            e inicié el camino con una comitiva de niños de todas las edades que me
            mostrarían el camino, fue sorprendente conocer esa vereda, ya que de no
            caminarla, nunca me hubiera imaginado que existía, pues no se veía desde


            24
   21   22   23   24   25   26   27   28   29   30   31