Page 129 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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Las alhajas de chichi Mauricia




               Hace unos días fui al cementerio general a visitar a mi multifamiliar, que
            en eso se ha convertido la tumba de mis papás, hermanos, tíos, similares y
            conexos, cuyos restos áridos reposan en ese mismo terrenito que compré
            hace más de cincuenta años en nuestra necrópolis meridana, al morir mi
            papá, don Aristeo Vázquez Delgado, quien lo inauguró.


            Cuando  eso,  todavía  se  hacía  válida  aquella  sentencia  de  el  mundanal
            orgullo aquí termina, y la secularización de los cementerios, dictada por
            las leyes constitucionales, aún estaban vigentes.

            Bueno,  pues  para  esa  excursión  necrófila  me  es  dado  atravesar  por  el
            mausoleo  donde  fue  enterrado  el  tío  Gonzalo,  me  refiero  al  sobrino
            camal de mi madre, la maestra Julia López Montalvo, al que ella llamaba
            cariñosamente Gonzalito, hijo de su hermano del mismo nombre. Sólo
            que  en  este  caso  me  refiero  a  su  sobrino  Gonzalo  López  Manzanero,
            a  quien  sus  contemporáneos  recuerdan  cada  año  en  su  aniversario
            mortuorio, con mucho respeto y afecto, por haber sido el fundador de la
            Alianza de Camioneros de Yucatán, una de las primera líneas camioneras
            de transporte urbano en la ciudad de Mérida.


            Y, en esta ocasión, confieso que nunca lo había hecho, me detuve a leer
            la placa que allí existe y entonces recordé la anécdota familiar que desde
            muy niña escuchaba narrar a mis mayores.


            El caso es que la familia López Montalvo fue oriunda de la Villa de Tekit,
            situada al Sur del estado; ahí por Mama, Chumayel y no sé qué otros
            pueblos sureños.


            Lo cierto es que el abuelo Manuel López Medina y la chichi Mauricia
            Montalvo Escalante se casaron y vivieron en aquel lugar muchísimos años,
            siendo el abuelo Manuel propietario de dos haciendas y un rancho, además
            de haber sido presidente municipal de ese pueblo natal por varios periodos,
            como  se  acostumbraba  en  el  Porfiriato,  pues  todavía  lo  del  “Sufragio
            Efectivo, No Reelección” era letra muerta.


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