Page 147 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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los medios días, pero entonces mis acompañantes eran orquestas completas:
            la de Ponciano Blanqueto, el Conjunto Habana, de Manuel Sánchez, la de
            Eleazar Méndez y otras.

            Yo salía volando de mi normal a las 12 y a las 12:30 horas ya estaba en la
            difusora, que se encontraba en la 60 Sur, esquina de Los Cocos, cantando
            frente  al  micrófono,  sin  ensayo  ni  nada;  pero  es  que  aquellos  eran  tan
            buenos músicos que bastaba con que yo les dijera el nombre de la canción
            y el tono que tenía anotado al margen de la hoja de esta mi chinchurrienta
            libreta; ¡y ahí se arrancaba toda la orquesta con la introducción preciosa!


            Y es que aquellas eran canciones que decían cosas realmente sentimentales,
            sus letras tenían una perfecta métrica como verso y la música era escrita
            por profesionales.


            El romanticismo en todas sus facetas perneaba su temática; por ejemplo,
            quién  de  mis  contemporáneos,  ¡y  sus  hijos!,  a  quienes  adormecían  sus
            madres cantándoles estos versos, no recuerdan con nostalgia:
            ¡Toda una vida, me estaría contigo,
            no me importa en qué forma,
            ni cómo ni dónde, pero junto a ti...


            O acaso: ¿En qué quedamos por fin, me quieres, o no me quieres? ¡Si estás
            cansado de mí, más vale que no lo niegues...!


            Tal vez: ¡Nuevamente vendrás hacia mí, yo lo aseguro, cuando nadie se
            acuerde de ti, tú volverás...!


            Quizá: ¡Aunque me pase la vida llorando, tan sólo llorando, no vuelvo
            contigo...!


            Es posible que tarareen: ¡Usted es la culpable de todas mis angustias y
            todos mis quebrantos...!









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