Page 157 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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Al concluir esta lectura tuve la nítida visión de una broma que
escenificábamos cada domingo mi padre y yo, cuando le pedía a éste
mi gastada dominguera. Él, socarronamente, me decía “¡No te conozco
Orozco!”, aunque en ese mismo momento abría su monedero y ponía en
mi abierta mano un brillante y redondito peso de plata 097.
¿Ya vieron por qué es importante leer?
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