Page 67 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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De la familia tuvimos un tío que acudió a este llamado y después de dos años
            retornó a la ciudad y se le incorporó a la nombrada policía de Mérida, con
            el grado de capitán. En la casa le decíamos tío Mundo, pero en realidad fue
            el capitán Raymundo Osorio Vázquez, que militó en este cuerpo policiaco
            hasta su muerte, como 30 o más años después.


            Aquel cuerpo de élite que integró el grupo, que posteriormente sería la
            tripulación aérea del Escuadrón 201, conocida en EEUU como del Águila
            Azteca, fue enviada al frente del Pacífico con la unidad USAAF (Fuerza
            Aérea de los Estados Unidos), donde contribuyó a la liberación de Manila,
            habiéndosele dado el crédito de poner fuerza de combate a 30,000 soldados
            japoneses, destruyendo sus bases con todos sus aviones, edificios y demás
            instalaciones, hazaña que tuvo lugar del 4 de junio, a los últimos días de
            julio de 1945.


            Son  estacionados  luego  en  Filipinas,  como  resguardo,  patrullando  este
            territorio a fin de mantenerlo ileso. Dicen las crónicas que en este país
            se les erigió un monumento a los soldados caídos del Escuadrón Águila
            Azteca.

            Donde yo he visto un mausoleo conmemorativo a los pilotos caídos del
            Escuadrón 201 es en el parque de Chapultepec, en la Ciudad de México.
            Supongo que habrá más referencias en otros lugares del país.


            Nombres  registrados  como  los  de capitanes y  coroneles mexicanos  que
            tuvieron relevancia: Antonio Cárdenas Rodríguez, Paúl Meléndez Trufus,
            instructores  y  representantes  del  mismo.  Se  consignan  como  caídos  en
            combate a los tenientes: Mario López Portillo, José Espinosa Fuentes y
            Fausto Vega Santander.

            He querido memorar este episodio de nuestras relaciones con este país
            vecino, para tratar de comprender los vaivenes de la política que nos ubica
            ahora ante el pueblo estadounidense como el enemigo público número
            uno; como personas non gratas que merecen estar cercadas con barreras
            flamígeras y letreros preventivos, a veces francamente ofensivos. Es inútil,
            por más vueltas que le doy no logro entender esa dualidad afectivo-social.



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