Page 27 - El Sembrador de esperazas
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El jaque mate, sin destrucción
(Jugando con todo, sin dañar a nadie)
Tenía que hacer algo, mi cabeza era un caos.
No sabía cómo defenderme, veía desaparecer mis piezas, le
había prometido a mi mamá que esta vez no me ganarían. A cada
movimiento mis peones sufrían el embate, así me dijo ese novel
ajedrecista al narrarme su partida, donde se definía el campeonato
escolar.
En la partida había sentido su nerviosismo al mover un caballo
erróneamente. Mas qué podía haberle enseñado, siendo un docente
que sólo sabía lo básico del ajedrez.
—Maestro, en ese momento recordé su frase y vi el panorama
completo, él iba por mis piezas, yo iba por el jaque, me comentó
cuando nos dimos el abrazo del triunfo.
Pasaron los años, nunca dejamos de frecuentarnos. A la luz de
una buena sobremesa, una tarde recordamos lo que ese día ambos
habíamos aprendido:
¡Las partidas de la vida, como las del ajedrez, no las ganan quienes
van por las piezas, sino quienes van por el jaque!
¡No se tiene que lastimar a nadie para ganar la partida!
¡Nunca se gana destruyendo!
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