Page 31 - El Sembrador de esperazas
P. 31
El trompo azul
(En cada ser humano, hay siempre un maestro de vida)
Desde que lo vi, dije que ese trompo era para mí. Sus tonos
dorados y azules me cautivaron, aunque su costo lo alejó de mí,
muchos años luz.
Era un principiante de bolero, aún con pocos clientes. Las jornadas
de nosotros eran los sábados y domingos, mis hermanos pequeños
me acompañaban como de costumbre, para disfrutar de las primeras
boleadas. Me gustaba verlos saborear sus donas y su pequeña coquita,
conseguidas con sus oraciones del sábado para que sucediera lo más
pronto posible.
No teníamos un lugar fijo, recorríamos toda la plaza y las tiendas,
donde todos los señores, tomaban sus cervezas, recargados en algún
mostrador.
—Se lo cambio por boleadas, —me atreví a decirle al señor que
los vendía.
—Uso huaraches, —me dijo enseñándome sus pies. Y me retiré
pensando cómo hacerle. Era el trompo más hermoso y más
costoso.
Será mi primer trompo comprado, —me dije ilusionado.
Fueron varios domingos de lluvia y de no poder casi bolear, pero
me daba varias vueltas por la plaza, para ver si aún seguía sin
venderse. Mi alegría se desbordaba al verlo desde lejos, mientras el
señor parecía adivinar mis pensamientos, porque cada vez que me
acercaba le aumentaba de precio, diciéndome: ya te lo vas a llevar.
29

