Page 58 - Un docente preSNTE
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tianguis que se ponen en las colonias. Ahí te cobran una cuota
de derecho de piso y te puedes quedar desde que llegas hasta
que se levanta el mercado o antes si quieres, pero, a pesar de
llevar ropa buena, de mezclilla y juguetes también en muy
buen estado, la gente no quiere pagar más de 10 o 15 pesos.
De eso me di cuenta con una señora que tomó un pantalón
de mezclilla que estaba casi nuevo, me costó más de $350.00,
lo quería comprar en $150.00; lo tomó, lo vio, me preguntó
el precio y al decirle, lo soltó como si la hubiese ofendido y
se marchó con cara de indignada. Después me di cuenta de
que no pagarían esas cantidades, ni en ese lugar. Lo más que
ofrecían era $25 y, aún así, regateaba la gente.
—Te agradezco la confianza. Gabriel. ¿Alguien en la escuela lo
sabe?
—No, no he mencionado nada de esto en el trabajo, quería, pero
siento que no era lo adecuado. Lo que sí dije en la reunión es
que era sorprendente que no se dieran cuenta de todo lo que
tenemos, los beneficios de estar en el magisterio, las bondades,
en todo sentido: los bonos, incrementos, vacaciones, descansar
los fines de semana, la seguridad laboral, los logros obtenidos
por el Sindicato a través de los años…
El maestro Enríquez me observaba sin decir nada, ocasionalmente
bebiendo su jugo con tranquilidad, y, ¿estudiándome? Quién sabe,
pero sí tenía esa mirada como si quisiera escudriñar dentro de mi
ser.
—Es cierto, todo esto que mencionas, es verdad. Tal vez
muchos de tus compañeros no lo ven ni lo dimensionan
porque no han pasado lo que tú has vivido. Muchos de ellos,
a la mayoría, les tocó el beneficio de disfrutar fácilmente
una plaza, bueno, propuesta de sus padres o familiares para
estar en el magisterio; los de antes, los más viejos; los jóvenes
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