Page 90 - Los objetos del poder
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que no se sintiera mal, que él no podía ser con ella más que un conocido
            y amigo, que jamás sería infiel a sus reinas con ninguna mujer, y que no
            hablaría con nadie del tema, para no dañar la imagen de una grandiosa
            maestra, aunque habría una consecuencia.

            Lo que Gabriela en realidad quería, no era el amor de Barto, sólo su propio
            beneficio, pero si se enteraba el emperador de ello, la mandaría a asesinar
            sin ninguna duda, así que sólo calló, con voz quebradiza le preguntó al
            rey –¿Cuál será esa consecuencia? Barto le respondió, –ya no podrás estar
            cerca de mis hijos, de mis esposas o de alguno de mis seres queridos, te
            enviaré a una villa muy lejana, para que instruyas a la población en nuestro
            lenguaje universal, podrás regresar de visita a Magna de vez en cuando,
            pero siempre con previo aviso de tu llegada.

            Obviamente Barto no les guardaría el secreto a sus reinas, y al revelarlo,
            cualquiera de ellas podría mandar matar a Gabriela, así que hasta el último
            momento el rey la protegió al mandarla lejos, salvándole la vida sin que
            ella lo supiera.


            A la maestra de los príncipes no le quedó más que aceptar la orden de
            Barto, e irse a un lugar lejano, con la instrucción de enseñar el lenguaje
            universal a todo aquel que no lo supiera, y sin poder volver en bastante
            tiempo. Preparó todo lo necesario y se marchó de Magna, con su dignidad
            en alto, porque el rey no reveló nada de lo acontecido; todo aquel que
            conocía a Gabriela supo que se iba únicamente para enseñar el lenguaje
            universal, una gran y honorable labor.


            Posteriormente a la partida de Gabriela, Barto reunió de nuevo a sus siete
            reinas, y se propuso a explicar la situación, ahora se le veía muy confiado,
            como si se sintiera que era un héroe, cuando reveló la cita que Gabriela
            había pactado con  él, y  que desnuda trató de seducirlo, las mujeres se
            enfadaron bastante, de inmediato quisieron la cabeza de la maestra, pero
            ya era tarde, ya estaba muy lejos del reino.


            Barto inocentemente creyó que sus esposas lo querrían más por resistirse
            a una mujer, y pensó que eso lo hacía más grande y esplendoroso, pero sus


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