Page 32 - Cuatro tres historias de amor
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Mintió,  realmente no  quería  abrir,  ahora  estaba  feliz  de haberlo
            hecho.

            Neida, lo vio con cara de compasión y le dijo que se preocupó al no
            verlo por la tienda en varios días. Es un pueblo pequeño, cualquier
            cambio es muy notorio y, para asegurarse que todo estaba bien,
            decidió buscarlo en su casa. Tal vez era un atrevimiento, pero como
            nadie le supo dar información sobre él, no le quedó otra alternativa.


                —Deberías ser más sociable, le dijo la chica en un tono dulce,
                  pero a modo de reclamo. Ernesto, sonrió algo apenado, aunque
                  no dejarse ver por la gente era parte de su estrategia. Con ella
                  no había funcionado, al parecer.


                —No tengo algo para ofrecerte, como sabes no he ido por víveres
                  en varios días, he estado resfriado y en lugar de mejorar,
                  empeoro, dijo  Ernesto cuando la chica se  sentó en  el viejo
                  sillón del recibidor. Neida, sacó de su mochila una pieza de
                  pan, mantequilla y un queso fresco, —por eso vine preparada,
                  es lo que sueles comprar cada semana, le dijo y se lo entregó.
                  El chico tomó la bolsa y permaneció de pie observándola.
                  —Te traeré unas medicinas para el resfriado, tu cuerpo no
                  se ha acostumbrado al clima, por eso es tan persistente el
                  malestar. Mientras regreso, trata de comer algo porque no es
                  recomendable tomar medicamento con el estómago vacío.
                  Se levantó y salió como si estuviera en su casa, —ya no es
                  necesario que te escondas, sabes que volveré, —le gritó desde
                  la reja, regalándole una enorme sonrisa.

            Ernesto no salía de la sorpresa. Desde que llegó a ese lugar, trató
            de no llamar la atención y ahora, una hermosa chica a la que veía
            cada semana en una pequeña tienda, pero con la que apenas cruzaba
            palabra, aparece en el momento más indicado para auxiliarlo, ¿era
            bueno o malo?, por el momento no interesaba, requería de apoyo y
            eso llegó.


            Neida regresó una hora después. Le llevó tres frascos de medicinas,
            además de algunas películas y un termo con sopa caliente. Le dio las



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