Page 36 - Cuatro tres historias de amor
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queridos y entendió el deseo de su novia por acercarse a la persona
que le recordaba un poco lo que es la familia, después de todo, ella
vivía sola desde hace muchos años tras la muerte de sus padres y,
aunque toda la gente del pueblo la había acompañado y acogido,
era importante estrechar lazos con la persona que le recordaba
a la familia. Se sentía confiado, el amor le hizo bajar la guardia,
aceptó la petición de su novia, y en dos semanas se prepararon para
emprender el viaje.
La fecha se llegó. Los dos estaban muy emocionados por compartir
ese momento. Cuando llegaron a Valencia, Ernesto se sorprendió al
darse cuenta que la persona quien los esperaba en el aeropuerto era
una joven como ellos y no una persona mayor, como las tías que dejó
en México. Saludó con un fuerte abrazo a Neida para después hacer
lo mismo con él. —Me alegra tanto que pudieran venir, verán que nos
la pasaremos de lo lindo, el festival tiene un cartel impresionante,
incluso los grupos locales son de los mejores en el género, aunque
qué te puedo decir Neida, los conoces a casi todos. ¿De qué hablaba
la tía de su novia?, ¿qué no era una visita a una pariente mayor con
quien pasarían unos días tranquilamente recordando a la familia?
Cuando observó a su novia, sonreía nerviosamente y le pidió darse
prisa para llegar lo antes posible a casa de “su amiga”. Estaba muy
confundido, pero no era el momento de detenerse a preguntar y
aclarar las cosas, Neida y la chica charlaban tan emocionadas,
ignorándolo por completo, que no tuvo otra alternativa más que
seguirlas sin intervenir en la plática.
Violeta, el nombre de la “tía”, los llevó en su coche hasta un pequeño
apartamento ubicado en un edificio algo viejo, los acomodó en una
habitación e inmediatamente salió a comprar algo de comer. Era
el momento de aclarar la confusión. Neida lo tomó de la mano y le
dijo lo mucho que le agradecía haberla acompañado hasta ese lugar.
—Me dijiste que necesitabas reconectarte con tu familia, por eso lo
hice, pero me doy cuenta que esto no es ningún asunto familiar, ¿no
es así? La chica sonrió un poco avergonzada, pero finalmente habló:
—tienes razón, yo no tengo parientes aquí, en realidad, mi intención
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