Page 29 - Afuera en lo profundo
P. 29
le dices manía, pues la quiero, quiero a Áurea. Más vale que la llame
antes de que el desayuno se enfríe.
Con cuidado echo un vistazo en la habitación. Ahí está, concentrada.
Inhala, las fosas nasales se le abren con mucha fuerza, exhala. Se
da un masaje en las mandíbulas, inhala. No me acordaba de lo que
había ocurrido, hasta ahora que la vi, exhala. Sin dudas resiente,
tanto como yo, lo de anoche, inhala. Intento seguir el ritmo de su
respiración, exhala. Yo daba por hecho que las personas soltábamos
la misma cantidad de aire que jalamos, inhala. Ahora que lo pienso,
me parece raro que ella saque menos.
—Es tarde –digo en una exhalación, temeroso de fastidiar a
Áurea.
Me da la espalda y pide que me apresure a ayudarle con el sostén. Sí,
por la mueca que lanza, confirmo que he fastidiado su meditación.
Deveras lo lamento, pero no andará de malas el resto del día por
haber andado a las carreras. Nunca he contado cuántos sostenes
guarda en el cajón, calculo que tiene uno para cada día del mes,
aunque no los use. Cuando Áurea se enfoca en equis cosa, es difícil
que la suelte.
Contengo la respiración, en lo que le hecho la mano. Si sintiera mi
soplo, si notara mi intencionada, pero deveras breve torpeza con el
sostén para verle el lunar de la nuca, me exigiría que la obligara, que
repitiéramos lo de anoche. Suena tan raro…, exigir que la obligue,
cuando yo nada más quisiera abrazarla y distraerme de todo, menos
de su lunar. Pero, ¿qué es un abrazo mío en comparación con el
premio que recibirá al rato?
El asunto de la premiación le incomoda, por esto pienso que Áurea
estaba alargando la meditación. Ella dice que la lucha por los
derechos humanos no debería premiarse y, hasta donde entiendo,
cree que el premio es el mismo logro de los derechos, es que antes
27

