Page 28 - Afuera en lo profundo
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Cucharita


                                Así es que mis recuerdos son recuerdos de amor.
                    Sin duda, no era una verdadera pasión, pero no estoy seguro
                     de que una pasión me hubiera hecho mejor o más dichoso.
                         Sin embargo, me doy cuenta demasiado bien de todo el
                      egoísmo contenido en aquel sentimiento: me apegaba a ti.
                    Apego, desgraciadamente, es la única palabra que conviene.


                      Marguerite Yourcenar, Alexis o el tratado del inútil combate



               Pon el dorso de la mano izquierda sobre la palma derecha. Ahora
            levanta los pulgares y junta las yemas alrededor de tu ombligo. Es
            un mudra. Hay quienes lo llaman mudra del vacío, y otros, de la
            plenitud. Áurea me enseñó a hacerlo porque me quiere y porque en
            esta casa se medita, pero cada uno por su cuenta, inténtalo y luego
            me platicas. Dice que la meditación es más efectiva si te descalzas.
            Así lo cree Áurea, muy a su pesar, pues le chocan sus pies. Ella es
            muy relajada para muchas cosas, menos para lo de los pies, cuando
            se trata de dar con la calma, se cierra, vaya, se encierra, igual que
            el mudra, como si de eso dependiera la energía necesaria para ser,
            día tras día, ella, la mujer más cuerda y, a la vez, la más aventada.
            ¿Verdad que tú también necesitarías tu propio espacio y meditar?


            Mientras medita en la recámara, le preparo el desayuno, esta mañana,
            huevos tibios y té de limón, lo mismo que cuando me pidió vivir con
            ella. Ese día pensé que no íbamos a salir de la cama, primero, porque
            Áurea andaba de lo más traviesa y, segundo,  porque supuse que
            íbamos a terminar rendidos. Pero en algún momento Áurea dijo que
            quería comer. En cuanto la oí, se me apachurró el corazón y adentro
            de mí juré: no volverá a sentir hambre. Así que fui a fisgonear a la
            cocina, y lo único que había para preparar fue huevos y té. Desde
            entonces madrugo, me aseguro de que haya agua caliente en el baño,
            saco la basura, me meto en la cocina, paseo al perro, voy al súper
            por frutas orgánicas, tal cual, en esta secuencia. No me molestaría si




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