Page 114 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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incluso dejé de hablar con mis padres y hermanos, sólo mantenía
            contacto con ellos por teléfono alguna vez y nada más. Cuando
            alguien  apenas se atrevía a insinuar  algo sobre mi adicción al
            celular, me justificaba diciendo que era una necesidad, negaba a
            toda costa tal idea y hasta llegué a tener problemas por ese tipo de
            comentarios, hasta perdí amistades. Fue muy difícil saber que, en
            realidad, era una esclava del teléfono, ya ni siquiera lo apagaba para
            nada, sucumbí.


            Era de esperar que, como yo ya tenía muchas señales de tener
            adicción  a  mi  celular  y  me  encontraba  en  una  situación  crítica,
            tuviera que visitar especialistas de la salud mental para que me
            ayudaran. Fue muy difícil, la primera vez que fui no alcancé a
            distinguir la dimensión de mi problema, pero ya no se podía dar
            vuelta a la tuerca. Me explicaron como si fuera una niña pequeña, me
            dijeron que lo que yo tenía era nomofobia, que era un padecimiento
            nuevo relativamente y que, cada vez a más personas les pasaba lo
            que a mí, seis de cada 10 personas entran peligrosamente a esta
            adicción. Forma parte de las tecnofobias que algunos investigadores
            consideran la más grande acción no farmacológica del siglo XXI,
            y puede ser más difícil salir de ahí que de una adicción al alcohol
            o a las drogas, por la simple razón de que internet está en todas
            partes y basta sólo un mes de profunda exposición a los celulares
            para generar una adicción o dependencia. La nomofobia conlleva
            esa terrible sensación de miedo de perder el celular, quedarse sin
            batería o sin cobertura de red, justo eso era lo que yo no podía
            reconocer en mí y ahora me tenía en tratamiento. La pregunta más
            importante que ahora tenía que contestar era, ¿cómo puedo pasar
            un día sin mi teléfono celular?


            Aprender a soltar el teléfono celular para volver la mirada a la gente,
            a las cosas de mi alrededor, fue duro en realidad y lo sigue siendo,
            estar en la abstinencia es horrible. Al principio, algunos de mis
            amigos y seguidores me buscaron para preguntar sobre mi ausencia,
            pero en menos de tres días dejé de existir para todos, ya nadie se



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