Page 110 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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No podía creerlo, estaba mojado, sucio, hambriento, lleno de sangre,
            desorientado, estaba muy mal. Caminé a la puerta de la comisaria,
            ahí me detuve por un instante y vi en la pared una fotografía de un
            tipo, no lo podía creer, era idéntico a mí. Parecíamos dos gotas de
            agua, su nombre, según decía ahí abajo, era Pedro Gómez.


            Salí de ahí pensando si alguien creería mi historia, pero después eso
            no importó, estaba vivo y podía regresar a mi casa con los míos. Lo
            que sí tenía muy claro, era que nunca, nunca, nunca, regresaría a
            aquel municipio que me trajo mucho dolor y penurias.




















































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