Page 105 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Ñoña



               No tengo la culpa de ser lista, dicen mis padres que desde que
            era pequeña aprendí a leer y luego a escribir, tenía apenas tres años.
            Cuando agarraba los libros todos pensaban que sólo jugaba con ellos,
            pero cuando podía decir lo que había ahí, todos se sorprendían.
            Aprendí rápido y de todo, fue algo que nadie esperaba, pero para
            mí era una forma natural de comerme el mundo, siempre tenía en
            la punta de la lengua las preguntas ¿por qué?, o, ¿cómo?, siempre
            necesitaba retos para resolver problemas. Siempre necesitaba
            novedades, y tenía ganas de saber más, siempre sentía que necesitaba
            hacerlo. Tener el acceso a los libros, a personas que sabían cosas
            y luego a internet, abrió mi pequeño mundo de muchas maneras,
            dándome infinitas experiencias de vida y lecciones.


            Al principio, parecía que mis padres me enseñaban las cosas, pero
            luego parecía que yo les enseñaba a ellos, hasta los llegaba a corregir
            y muchas veces los dejaba asombrados con mis respuestas, hasta
            abrían tremendos ojos. Lo que sí debo reconocer, es que ellos me
            dieron  muchas  posibilidades,  estimularon  mis  talentos,  intereses
            y mis habilidades. Y sé que, de alguna manera ellos se sienten
            orgullosos de mí.


            A los nueve meses pronuncié mis primeras palabras; desde pequeña
            tuve una excelente memoria, conocía las letras y los números, sentía
            un gran gusto por el control, aprendí a tocar varios instrumentos
            musicales, también a cantar, preguntaba todo el tiempo, incluso mis
            padres se fastidiaban de mis preguntas a veces, creo que eso terminó
            cuando alguien les recomendó que, cuando yo preguntara algo, ellos
            me regresaran la pregunta, pero eso sólo me hacía formular más y
            más preguntas, que luego entendí que debía resolver por mí misma.
            Inicié varias colecciones desde muy pequeña: monedas, recortes
            de mariposas, piedras y timbres postales. Yo podía dedicar muchas
            horas a estos hobbies, hasta me sentía especialista porque tenía
            información de todo eso.




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