Page 107 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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que ellos, pero las cosas no salieron bien y por poco nos expulsan
del colegio.
Querer pertenecer me hizo probar nuevas formas de vestir, de
hablar, de moverme y hasta de comer. Intenté juntarme con todo
tipo de personas, pero resultaba muy difícil identificarme con ellos
y eso me siguió poniendo al margen.
Una vez un maestro me reprobó en su clase, no entendía porqué:
siempre era puntual, asistía, participaba, hacia tareas y, ¡me mandó
a examen extraordinario!, pero lo presenté y pasé la materia.
Pasado el tiempo, me enteré de que me había reprobado porque no
podía tolerar que una alumna supiera más que él. Como ese detalle
ocurrieron varios en mi vida, para algunas chicas, yo era una especie
de heroína que representaba la inteligencia femenina, para los más
listos del grupo yo era una amenaza, para otros un bicho raro, para
alguien más yo era la oportunidad de tener mejores calificaciones si
les daba las respuestas del examen, podía ser muy camaleónica en
la forma como los demás me veían, y creo que así me siguen viendo.
Ya antes había pasado por agresiones por parte de mis compañeros
por esa razón, por suerte, me topé con maestros que fomentaban
en sus alumnos el respeto a la diversidad, y además de eso, admirar
todos los talentos en todas las personas, eso me salvó la vida. Ahora
me siento en un compromiso muy grande, aún no sé cuál es mi
misión en la vida, pero la voy a descubrir y dejaré mi legado.
Y después de todo…, yo no tengo la culpa de ser lista.
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