Page 113 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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batería estaba a punto de morir, sentí desesperación y que no podía
respirar, creo que lo único que vino a mi mente fue manifestar
mi enojo y empezar a gritar como una niña pequeña que hace un
berrinche. La gente me veía, primero con curiosidad, luego con
asombro y después con una mueca de burla o risa, pero yo estaba
furiosa porque no tenía batería, sentía la urgencia de llegar a algún
lugar a donde pudiera conectar mi teléfono para que empezara a
cargarse.
También recuerdo que me ponía de muy mal humor cuando me
quedaba sin cobertura de red, eso hizo que yo invirtiera grandes
cantidades de dinero en planes y accesorios para siempre tener
internet. Me aterraba pensar en olvidar el teléfono en casa o en
cualquier lugar, entraba en pánico tan sólo con pensar que alguien
pudiera robarme el teléfono o pensar que lo perdería en algún
lugar como un baño o en el metro, esos pensamientos rondaban mi
mente con frecuencia y recuerdo haber soñado que eso me pasaba
alguna vez y despertaba agitada como si hubiera tenido una terrible
pesadilla, sentía que perderlo significaría perder el sentido de mi
vida misma.
Sin embargo, todo eso, no me daba en lo personal ningún indicio
para pensar que estuviera en problemas, pero en realidad lo estaba.
Estaba convirtiéndome en una persona esclava del teléfono, era
una adicta y el teléfono me gobernaba de todas las formas posibles.
Incluso pensé que no podría vivir un solo día sin el teléfono o que,
en mi peor fantasía, estar sin mi teléfono sería enfermarme y morir
lentamente.
Luego comencé a sentirme demasiado ansiosa, muy nerviosa, me
ponía muy irritable, hasta empecé a comerme las uñas, casi no
dormía y sentía tristeza por las noches, me sentía sola si no estaba
en el celular. Sentía que el tiempo no me alcanzaba, estaba siendo
demasiado activa, iba de aquí para allá con el teléfono siempre en
la mano, hablando, mensajeando. Ya no tenía ni siquiera tiempo de
disfrutar de la taza de café que me alegraba el día cada mañana,
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