Page 21 - Empatizando. Relatos para jóvenes
P. 21
inimaginable. No recuerdo qué se siente, ahora siento la urgencia de
tener poder sobre mi dinero y mis cosas, nada más.
Camino por la calle pretendiendo encontrar un sentimiento que
ya no existe, pero también, busco aquello que me hace ahorrar,
porque entre más ahorro, más poderosa me siento. Busco ofertas,
descuentos, cupones, cosas gratis, una dona, una muestra de
perfume, galletas, un pilón, lo que sea. Caminaré hasta donde sea
necesario, lo encontraré.
Tomo un par de frutas en mis manos, el letrero dice 5 pesos la pieza,
regateo. —¿Cuánto es lo menos?, ¿y si me llevo las dos?, ¿cuánto?,
¿me hace una oferta?
Tengo que lograrlo, sería una ganancia estupenda y podría comer
esa fruta durante dos días. Meto las manos en mi bolsa, siento la
moneda de 10 pesos, la dejo por un lado, pero hay otras monedas
sueltas y cuento una, dos, tres veces, sólo tengo 6 pesos. —Sólo tengo
6 pesos, ¿me los acepta a cambio? El tendero me ve con sorpresa
primero, pero yo le muestro mi mejor sonrisa y accede. Entrego con
dificultad las monedas, duele gastar.
Frecuento lugares donde me pueda beneficiar del municipio:
lavaderos públicos, salas de internet gratis, baños públicos, parques
para correr en lugar de gimnasios, camino en lugar de viajar en carro
o autobús, tengo amigos que me invitan a comer, me baño con agua
fría, reciclo el café molido y cuido mi ropa para que me dure más.
Me siento en el parque un rato a comer mi fruta mientras veo a
una madre con su hija comiendo alegremente palomitas de maíz.
Aprendí a comer de todo y muy poco, a comer despacio, a veces ni
siquiera puedo sentir el sabor, sólo como cuando tengo hambre y
siento que nunca se me antoja algo.
19

