Page 24 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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En el museo



               Era la tercera vez que estaba en aquel museo, siempre me había
            causado curiosidad y tentación. Se trataba del museo D´Orsay en
            París, Francia. Ya había leído las vidas y las obras de los pintores
            expresionistas que exponían en aquel lugar, lo conocía como la
            palma de mi mano, duré muchos años ahorrando para estar ahí y
            mientras estuve ahí, siempre duraba muchas más horas viendo cada
            obra de arte. La segunda vez, el personal de seguridad tuvo que
            venir a sacarme, recuerdo que parecía un niño que no quiere ir a la
            escuela en el regreso de las vacaciones.

            Me llamo Olaf, y soy un apasionado del arte, ¿qué de dónde me viene
            ese gusto?, no lo sé, o tal vez sí, recuerdo que cuando era apenas un
            niño, un día mi padre me mostró libros de arte, me contaba historias
            con cada dibujo. Recuerdo haber fantaseado con la pintura de la
            habitación de Van Gogh, como si yo estuviera ahí mismo brincando
            en la cama, sentándome en la silla, viendo por la ventana los campos
            de trigo. A veces me imaginaba entre los campos sintiendo el aire
            en la cara o sentado a la orilla del río, viendo las estrellas a lo lejos
            sobre el puente.


            Al otro día, era mi madre quien, con su voz dulce, me contaba
            historias de otras pinturas, como aquella del circo de Seurat que
            se convertía en una casi realista visita a un circo, en la que me veía
            sentado en el palco disfrutando del espectáculo de los domadores
            de bestias, los caballos y los malabaristas.

            Cada día era una pintura diferente y un pintor distinto, así conocí
            a muchos: Picasso, Van Gogh, Monet, Dalí, Da Vinci, Rembrandt,
            Caravaggio, Goya, Renoir, Velázquez; incluso pintores latinos:
            Botero, Siqueiros, Rivera, eran muchos…, muchos. Cada día y cada
            pintura una historia, ¡el arte es infinito!







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