Page 29 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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personales, siempre manifestó el enojo que esperaba que hiciera,
pues en verdad le molestaba, era él; incluso le pregunté sobre cosas
que sólo él y yo sabíamos:
—Oye Manuel, ¿recuerdas cuándo fuimos a la Huasteca Potosina?
—Sí, recuerdo el lugar en el que nos detuvimos en la carretera
a descansar y cuando despertamos estábamos rodeados y
llenos de mariposas. —¿Y recuerdas qué le pasó a mi anillo de
compromiso? —¿Cómo olvidarlo?, tuve que quitar la tubería de
la cocina para rescatarlo porque se te cayó dentro. Era extraño,
pensé, sólo él habría podido contestar eso.
Sentí que me volvería loca con esa confusión y desconfianza, ¿por
qué suponer que era otro mi marido y no mis hijos u otras personas?,
¿por qué me pasaba eso a mí?
—Mamá, tranquilízate, todo va a salir bien, los médicos dicen
que es un delirio que se puede controlar y que es temporal,
pero que tienes que tener paciencia. Dicen que se llama mal de
Capgras y es un síndrome que te hace confundir a las personas.
Mi papá siempre ha sido papá, no es ningún impostor, todo
está en tu mente.
—Mirta mi amor, soy yo, siempre estaré a tu lado, no temas de
mí. Te amo.
Me dijeron que deben poner en equilibrio la forma como mi cerebro
registra lo que veo y mi memoria afectiva, me lo explicaron para que
entendiera. Mientras tanto, tendré que ir a casa con esta persona a
la que esperan que le diga marido.
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