Page 33 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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en algo?, me decían. Yo empezaba a sudar deseando poder llegar a
cualquier lugar donde pudiera conectarme para cargar mi teléfono
o a donde hubiera señal.
También empecé a dejar de comer apropiadamente, creo que hasta
tuve algunos problemas de anemia. Y como no me quedaba mucho
tiempo para mí, empecé a descuidar mi aspecto: ya no me hacia
las uñas, no me peinaba bonita (como siempre había sido), perdí
mis pocas amigas con las que iba al cine, mis familiares ya no me
invitaban a sus fiestas, pues todas las veces que me invitaron yo no
fui.
Luego, me decepcioné cuando mis amigas ya no me leían, sufrí
cuando alguien escribía que hice un comentario tonto, me cansé
de las poses en las selfies que, de alguna manera me hacían sentir
falsa, me arrepentí de las cosas que publiqué que no tenían que
ver conmigo, que ofendieron a alguien o que eran mentiras, como
cuando publiqué que estaba en una playa de España y estaba en una
playa muy popular de Foxilandia. Me frustré cuando no encontraba
lo que esperaba encontrar, me enojé porque Raúl no me daba
suficientes me gusta, eso puedes esperar de otros, pero no de tu
propio novio. Me entristeció que mis familiares no sentían ninguna
atracción por visitar mis redes sociales.
Me sentí perdida, poco a poco empecé a sentir asco y aburrimiento
de todo eso, era un sentimiento muy fuerte, era como la necesidad
de nacer otra vez y volver a empezar; y, aunque sabía que no iba
a poder hacerlo sola, me decidí a buscar ayuda. Los profesionales
dijeron que lo que tenía era ludopatía o tecnofilia, que es una
adicción a las redes sociales, y que tenía que trabajar muy duro para
recuperarme.
Debo decir que no fue sencillo, pero, incrementé mi fe, subí
montañas, sudé y trabajé para lograrlo, adiós falsos amigos e
identidades, sonidos de notificaciones, juegos, aplicaciones,
modestias, hipocresías, chismes, hoy debo decir que me siento
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