Page 35 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Está de risa



               Ese día estuvo muy raro, desde que puse un pie en el suelo,
            me vino la risa porque me iba a caer, pero, caía y no caía e hice
            malabares. Por fin, caí sentado en la cama, luego vino una explosión
            de risa, no me podía contener, sentía que me dolía la cabeza del
            esfuerzo. Cuando entré al baño se me escapó un gas que se escuchó
            hasta la calle. Afuera, unos jóvenes que iban pasando se empezaron
            a reír mientras comentaban —no inventes, ¡ese sí fue un cañonazo!,
            y a mí me dio risa. Cuando me contuve por fin, me bañé y me di
            cuenta de que había olvidado la toalla en la habitación, así que tuve
            que salir desnudo, pero en la entrada de la casa estaba la vecina
            asomándose por la ventana para ver si yo aún estaba ahí, así que me
            vio desnudo y se fue casi corriendo; lejos de sentir algún tipo de
            vergüenza por ello…, me dio mucha risa.


            Me vestí rápido y desayuné un cereal con leche, salí corriendo.
            Apenas iba en la banqueta hacia mi carro cuando vi unos novios
            pasando. La chica no se daba cuenta, pero llevaba la falda levantada
            y el calzón al aire. Pfff, ji, ji, ji, me vino otra vez la risa, ellos no se
            dieron cuenta de qué me reía. Me subí al carro y pensé sólo falta
            que me de risa cuando vea que ya no traigo gasolina. Eso no pasó,
            pero sí me dio risa cuando alguien dejó un recado en mi carro que
            decía —señor vecino, no sea cochino y lave su carro; y pintaron un
            marrano que estaba igualito de la cara que mi jefe. Otra vez llegó la
            risa, yo creo que fue demasiado para mí, reí tanto, que hasta se me
            salieron las lágrimas.

            Después de eso no sé qué pasó o cuánto tiempo, sólo sé que alguien
            estaba tocando la ventana del carro y me preguntaba —¿Se encuentra
            usted bien?, me rasqué la cabeza, claro que me sentía bien, ¿por qué
            no habría de sentirme bien?, habían pasado 15 minutos desde que
            salí de la casa, fue extraño. Entonces me acordé del calzón al aire
            de aquella chica y me volví a reír otra vez. Casi todo el camino al
            trabajo iba riendo recordando lo que había pasado en esa mañana.




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