Page 30 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Atrapada en las redes



               Cuando era pequeña pasaba muchas horas frente a la televisión
            viendo casi de todo tipo de programas, luego me compraron
            videojuegos para la casa y uno portátil, pasaba mucho tiempo ahí
            jugando. Recuerdo haber hecho muchos récords, incluso jugaba en
            línea con personas de otros países que ni siquiera sé dónde están.
            Después empecé a entrar a internet en la casa, luego vino el celular
            y la tableta. Una cosa fue llevando a la otra, todas me alejaron de mis
            juguetes y de los juegos en la calle, aunque curiosamente en la calle
            nunca había niños, supongo que ellos también estaban entretenidos
            con todos sus aparatos en sus casas.


            Ya en la secundaria era una experta en redes sociales: Facebook
            (mi favorita), WhatsApp, YouTube, Instagram, LinkedIn, Twitter,
            Snapchat y Spotify. Mis compañeros iban conmigo para que les
            explicara cómo funcionaban, me sentía importante. Por cierto,
            que para tener alguna de esas cuentas tuve que falsificar mi edad,
            también es cierto que mis padres ni siquiera estaban enterados de
            todo lo que yo hacía en las redes sociales; yo me sentía importante.
            Entre más amigos tenía era mejor, entre más likes, mejor, entre más
            comentarios escribían sobre mí…, mejor, sólo vivía para eso.


            No sé en qué momento todo eso me alejó de algunas cosas, por
            ejemplo, cuando en la clase de educación física me dijeron que no
            sabía correr y sí lo creí porque no recuerdo que corriera en ninguna
            ocasión. También me parecía extraño que me costaba trabajo
            socializar con las demás personas frente a frente, pero en el celular
            era muy sencillo: escribir, agregar emoticones, adjuntar imágenes,
            decir mi ubicación y enviar, eso era todo.


            Las redes sociales eran el medio que me permitía ver el tamaño
            de mis emociones. Me enojaba cuando alguien me ponía un mal
            comentario, me alegraba cuando les gustaba algo que escribía, me
            ponía triste con algún video de reflexión. Mis emociones iban y




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