Page 61 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Me las vas a pagar
Quiero contarles cómo es que llegué hasta aquí, a este lugar donde
sé que me van a hacer decirles porqué molestaba a los chamacos y
porqué arruiné la vida de algunos de ellos. Todo empezó a ponerse
más difícil cuando iba a pasar a tercer grado de secundaria.
Todavía recuerdo el día que mandaron llamar a mi mamá a la
escuela. —Señora, le mandamos llamar por un caso de bullying.
Ella rápidamente se puso a la defensiva y dijo. —Dígame, ¿quién le
está haciendo bullying a mi hijo?, amenazaba con el dedo, y todavía
seguía alegando al director que iba a hacer una demanda y que las
cosas no se iban a quedar así, que iría a las autoridades. Cuando vio
que el director estaba muy calmado y ella se tranquilizó, el director
le dijo. —No señora, su hijo es el que hace bullying, creo que esa es
la única vez que la he visto apenada, ups, ¡qué vergüenza!
Al director no le quedó la menor de las dudas de porqué era, que yo
hacía bullying.
Mi madre llegó furiosa de la escuela, aventó la puerta, tomó una
riata que tenía detrás de una silla y me dio cinco reatazos. Me pegó
por todos lados, en la espalda, en los brazos, en el cuello. —Ya te dije
que no estés molestando a los chamacos de la escuela.
Hace mucho tiempo dejé de contar las veces que me ha pegado con
esa riata, desde que estaba muy pequeño, como de cinco años. Ya
hasta dejé de sorprenderme, de rogarle que no lo haga o de sentir
el dolor, aprendí a pensar en otras cosas cuando eso sucede. Y no,
no creo que sea la mejor manera de hacerme entender que no debo
pegarles a otros chamacos.
Estaba muy molesta conmigo, dijo que le había dado vergüenza,
que le pidieron que me controlara y que me llevara para que me
dieran atención, dijo que le habían dado la queja de que empujo a
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