Page 66 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Tras el cristal, la oscuridad
Ya casi no recuerdo cuando todo era normal. Siempre tuve una
buena vida, mis padres me criaron lo mejor que pudieron, me
llevaba bien con mis hermanos, estudié y tenía un buen trabajo, era
maestro. Me casé a los 19 años con la mujer que amaba y también
era maestra. Siempre nos fue bien, paseábamos, comprábamos
buena ropa, viajes y comíamos como reyes. Sólo creo que un día
todo empezó a parecer una rutina; mi esposa no podía tener hijos
y sufría mucho cada mes cuando descubría que no había embarazo,
al principio, traté de alentarla, pero luego, a mí también me empezó
a poner mal el hecho de saber que no tendría un hijo nunca. Ahí
empezó todo, se me hizo fácil buscar mujeres, y un día mi esposa
me encontró con una de ellas, simplemente me dejó.
Cuando ella se fue, yo empecé a hacer cosas que jamás habría
imaginado hacer, me sentía libre, estuve con muchas mujeres,
gastaba todo mi salario en alcohol, iba a fiestas, bebía y así fue como
entré al mundo de las drogas. Al principio, fue la mariguana, me
la ofrecieron en una fiesta, luego la cocaína, las metanfetaminas,
el crack, la heroína, sentirme bajo esos efectos fue como tener la
energía y la fuerza que nunca había tenido.
Empecé a dejar de visitar a mi familia y a fallar en la escuela. Me
llamaban la atención, a veces no iba, no planeaba mis actividades,
dejé de ver por mi cuidado personal y mi aspecto. Un día me
hicieron un reporte y me dijeron que estaba despedido; y así, de
buenas a primeras me quedé sin trabajo. Luego empecé a vender las
cosas que había en la casa, la televisión, el refrigerador, los aparatos
eléctricos, ya no los necesitaba para nada, sólo quería poder volver
a comprar un poco de drogas.
Un amigo me invitó cristal o piedra como también le dicen, yo creo
que ese fue el peor día de mi vida, creo que no debí haberlo probado
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