Page 69 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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De verdad, estoy gravemente enferma
¿Qué por qué estoy aquí?, esa pregunta me la hizo, en la mañana
el médico de la ronda en el área de hospitalización, su pregunta
dio vueltas en mi cabeza. —Estoy aquí porque estoy gravemente
enferma, le dije, pero en el fondo sabía que estaba aquí porque es
el único lugar donde me siento viva, entonces se sorprendió mucho
cuando vio mi expediente de más de 500 hojas. No se dio cuenta,
pero pude ver que les decía a los pasantes de medicina: —éste es un
caso de hipocondría.
Me revisó, hizo algunas anotaciones, a todo decía que estaba muy
bien: presión arterial, azúcar, sangre sin anemia, revisó los ojos,
las pupilas, los oídos, me revisó muy bien, yo me sentí encantada
de estar en la cama, pronto llegó el desayuno y un poco más tarde
vinieron a hacerme un baño de esponja, me ponían musiquita,
me alimentaban sanamente, venían tres o cuatro veces al día. Me
llevaban a hacer análisis diversos en silla de ruedas, me paseaban
por los pasillos del hospital, era como estar de vacaciones, me sentía
más que excelente.
De alguna manera, necesitaba que ellos supieran que estaba teniendo
una enfermedad muy grave, aunque no tuviera un diagnóstico. Había
visto varios especialistas, ninguno de ellos comprendió cómo me
sentía, pues al final siempre me dijeron que no tenía nada, pero yo
sabía que sí tenía algo y que era muy grave, por eso necesitaba estar
en un hospital a toda costa. Tenía muchos síntomas de gravedad,
dificultad para respirar, dolor muscular y de huesos, fiebres muy
altas y otros muchos síntomas, seguro que sería algo grave.
Pensé en todas las veces que entré al quirófano por un quiste, un
granito, un lunar, una rodilla, un hueso saltado de la muñeca, una
muela, ¡uy!, muchas veces, dejé de contar. También fui cientos de
veces a consulta médica por varias razones, intoxicación, alergias,
dolores de estómago, cólicos, abscesos, dolor muscular, gripas,
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