Page 97 - Empatizando. Relatos para jóvenes
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Hace muchos años mis padres y sus 14 hijos vivieron en este
            rancho, parecían  ser  buenos  tiempos,  luego algunos  de los  hijos
            mayores comenzaron a casarse y a tener hijos, el rancho empezó
            a crecer en población, pero seguíamos unidos. Este lugar era todo
            para nosotros, aquí trabajábamos, estudiábamos y aprendíamos a
            hacer todo para hacerlo funcionar: cocinas, hacer pan, horticultura,
            sembrar la tierra, sacar agua del pozo, atender ganado y todo lo que
            fuera necesario. Al principio, y durante muchos años estuvimos
            juntos y vivimos muy tranquilos y felices. Pero un día falleció el
            patriarca de la familia y el vacío que dejó fue tan grande que se
            sentía que no se podía llenar con nada, sufríamos todos y sufría yo
            también porque él era todo el apoyo de la familia. Recuerdo que,
            tras su funeral, vinieron muchos días de llanto y tristeza; casi creo
            que duramos un año muy tristes.


            Pero un día fue que me vino a la mente una idea para no seguir
            sintiéndome triste por ello, así que agarré unos trapos, aguja e
            hilo, estambre, una camisa y un pantalón de él, unos zapatos y su
            sombrero y entonces hice un muñeco de trapo de su tamaño, así
            con todo y su bigote. Era tan real que todos pronto comenzaron a
            felicitarme por el talento para coser, incluso empezaron a traerme
            telas y ropas para remendar.


            Puse al muñeco en una mecedora en la sala de la casa y cuando
            estaba triste o que lo extrañaba sólo bastaba verlo ahí sentado para
            recordar su presencia, compañía y apoyo.


            Después Miguel, el hijo de mi hermana Anastasia, anunció que se
            iría a estudiar a la ciudad, él siempre había querido ser abogado, así
            que, un día hizo su maleta, compró su boleto y se marchó. Ante ese
            nuevo espacio vacío, hubo la necesidad de hacer otro muñeco de
            tela, esta vez, similar a Miguel.


            Luego se fue Laura, la hija de mi hermano Pedro, quien se casó con
            un vecino de otro rancho, y también hice una muñeca de trapo que



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