Page 28 - Preludio los días de mi juventud
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Días después recibí contestación, donde me contaban el gusto que
sintieron al saber de mí y del logro obtenido en el campo del estudio.
Poco a poco fui adaptándome a la nueva forma de vivir en un
internado de primera enseñanza, que por bonita que parecía, tenía
su lado triste.
Mis hábitos fueron cambiando al paso de los meses, la forma de
hablar, de vestir, comer y la adquisición de nuevos hábitos fueron
moldeando los cambios físicos, mentales y emocionales en mi
persona.
El ingreso a la escuela de Xocayucan, Tlaxcala, trajo como
consecuencia una rápida metamorfosis en mi vida y en mi familia;
de ser un campesino hijo de ejidatarios, dedicado a actividades
cotidianas del campo, ahora la faena era estudiar mucho, sacar
buenas calificaciones, consultar libros en la biblioteca, aprender
oficios, asistir a clases y obedecer las órdenes dadas por el director
de la escuela y los maestros, practicar deportes y cumplir con las
tareas de cada uno de los maestros que nos daban clases.
Con el tiempo me di cuenta que yo era el constructor de mi propia
historia, era yo quien debía hacer los cambios si quería tener un
buen sistema de vida. La escuela estaba lejos de la ciudad, el edificio
principal era el casco de lo que en un tiempo fue propiedad de un
rico hacendado donde sólo había sembradíos, árboles frutales y
animales.
En mayo se festejó el aniversario de la fundación de la escuela,
invitaron a muchachas estudiantes de escuelas normales, hubo
encuentros deportivos, en la comida nos sirvieron mole poblano y
por la noche el baile amenizado por una famosa orquesta traída de
la Ciudad de México.
Cada fin de mes los maestros avisaban que en la primera quincena
de junio aparecería el calendario de exámenes semestrales de todas
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