Page 31 - Preludio los días de mi juventud
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Capítulo III
El Benemérito de las Américas
Benito Juárez García nació en San Pablo Guelatao (Oaxaca,
México), el 21 de marzo de 1806. A pesar de haber crecido con
grandes carencias económicas, Benito Juárez logró superar muchos
obstáculos a lo largo de su vida, lo cual formó su carácter para
llegar a ser un gran líder. Aprendió a leer y escribir a los 12 años
de edad, pero se apasionó con la lectura, fue así como llegó a leer
los libros que contenían las ideas de la ilustración francesa. Su
desarrollo académico fue impresionante, su enorme perseverancia
y espíritu de lucha le permitieron terminar sus estudios de derecho.
Posteriormente, abrió un despacho jurídico y participó de forma
cada vez más activa en asuntos políticos al lado del Partido Liberal.
Fue diputado y gobernador de Oaxaca (1847-1852), así como
presidente de la Suprema Corte de Justicia. Promovió la elaboración
de la Constitución de 1857 y la defendió a ultranza. En 1858 fue
elegido Presidente de la República, donde atravesaría por uno de
los momentos más importantes de la historia de su país; una de
sus obras más destacadas fue la nacionalización de los bienes del
clero, así como la preparación de un cuerpo de leyes avanzadas
conocidas como Leyes de Reforma; lo anterior, lo mantuvo en
constante choque con la jerarquía católica, quien se volvió su más
fiera enemiga. Incluso, el propio Juárez llegó a pensar que “si México
fuera protestante, la población por lo menos sabría leer”. Además,
abrió las puertas a varias denominaciones cristianas para evangelizar
el país.
Benito Juárez soportó las luchas armadas que sus enemigos
promovieron para derrocarlo, así como la intervención de Francia,
quien impuso el imperio de Maximiliano de Habsburgo de 1862 a
1867. Al final, Juárez obtuvo la victoria sobre sus adversarios. El
15 de julio de 1867, en ocasión de su entrada triunfal a la Ciudad de
México, pronunció una de las frases que lo hicieron mundialmente
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