Page 165 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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que han sido concebidos para este fin, y los padres y los maestros tenemos
la obligación de informárselos a nuestros adolescentes. La dinámica social
ha variado tanto, que ni la familia ni los educadores podemos supervisar
la conducta de nuestros jovencitos las veinticuatro horas del día; por eso es
mejor, mucho mejor, hablarles con la verdad e informarles lo que significa la
sexualidad, desde la primera menarquia, en la mujer, y la primera erección
con la expulsión de semen, en el varón. No para inducirlos a experimentar,
como afirman dolosa e inconscientemente algunas instituciones, sino para
evitar que sigan llegando al mundo tantos niños infelices no deseados,
rechazados y a veces sacrificados de alguna manera por sus propios
progenitores. Y aquí no se habla de escalas sociales, porque se suscita en
todos los ámbitos.
No cabe duda que la naturaleza humana es maravillosa, porque nos permite
pasar de un estado anímico a otro en segundos, cuando alguien adecuado
desvía tus preocupaciones hacia un extremo opuesto. Esto precisamente
me sucedió cuando hace unos días platicaba con unas amigas de estos
temas expuestos.
De pronto, una de ellas, reconocida creyente de toda su vida, nos
demostró que cuando estás convencida de tu religión, cualquiera que ésta
sea, puedes llevar al plano lúdico tus personajes de culto, sin mengua de
tu respeto y creencia.
Con su gracia natural, nos espetó: ¿Ya saben lo que respondió nuestro Señor
a San Pedro, cuando éste le preguntó por qué había permitido que Adán
y Eva comieran del fruto prohibido? Pues el Señor le dijo: ¿Francamente
Pedro? ¡Porque ya me andaba por ser abuelo!
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