Page 85 - El magisterio y la vida en verso y prosa
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Cosa de niños...




            En camisa de once varas

            Una de esas noches en que las abuelas nos quedamos a cuidar a nuestros
            nietos para que los jóvenes papás salgan a distraerse un rato, se me ocurrió
            contarles a los míos el viejo cuento de La camisa del hombre feliz, el cual,
            como  sabemos  todos  aquellos  que  tuvimos  abuelos  cuenta  cuentos,  se
            refiere a un rey que lo tenía todo en la vida; al no saber ya qué desear y
            no encontrar un aliciente en su existencia, cayó en un estado de profunda
            tristeza, de la que sólo podía curarse, según los sabios de su reino, si se
            ponía la camisa de hombre feliz.

            Después de preguntar a todos los habitantes de aquel extenso país, si acaso
            eran hombres felices, resultó que no hubo uno solo que hubiera creído ser
            completamente feliz.


            Descorazonados,  los  funcionarios  del  rey  regresaban  al  palacio  con  las
            manos  vacías,  cuando,  en  lo  alto  del  risco,  distinguieron  a  un  solitario
            pastor de ovejas. Llegando hasta él, le hicieron la misma pregunta que
            habían hecho a todos los habitantes del reino y, para su sorpresa y regocijo,
            aquel  humilde  ciudadano  les  contesto  que  sí,  que  él  era  un  hombre
            completamente feliz porque no le faltaba nada, ya que tenía el cielo para
            cubrirlo, el agua para calmar su sed y a sus ovejas para darle alimento y
            abrigo.


            De inmediato aquellos enviados del rey le pidieron una camisa, pero resultó
            que aquel humilde pastor de ovejas, que con sólo disfrutar de los dones que
            la naturaleza le brindaba, era un verdadero hombre feliz, sencillamente no
            tenía camisas.


            Al saber el rey de la existencia y actitud del único hombre feliz de su vasto
            reino, reflexionó y, desde entonces, se convirtió en un rey magnánimo e
            interesado en todos los asuntos de su pueblo, encontrando en estas acciones
            el secreto de la verdadera felicidad.



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