Page 19 - Colección Rosita
P. 19
y no entendía porqué, cuando alguna persona se topaba con alguno, ¡sin
misericordia, los aplastaba con su zapato! Debían ser peligrosos.
—¿Qué haces aquí?, ¿vas a nadar en el río?, preguntaron con voz
cantarina, la pareja de arañas.
—No, no sé nadar, dijo, apenada, —¿Ustedes qué hacen aquí?,
preguntó, haciendo cara de interrogación.
—¡Éste es nuestro hogar!, contestaron al unísono Amy y Emy, las arañas
venenosas, —¡acércate, no te vamos a picar!
—¿Cómo me podrían picar si no tienen pico?, jajajaja, preguntó
burlona.
—Es un misterio, te lo contaremos si te acercas, dijeron melosas, al
mismo tiempo.
—No, si me acerco, no podré evitar picarlas y no quiero hacerles daño,
porque, ¡yo sí tengo pico!
Presintió el peligro y se fue, ya sentía sus tripas gruñir, tenía hambre, ahí no
había nada apetitoso. Era hora de regresar a su hogar.
Se detuvo en la vera del río, aguantando las ganas de vomitar, el ruido y el
movimiento del agua la ponían mal.
—¡Medias, ya vámonos, tengo hambre!, gritó ansiosa a su novio.
El perrito nadó con gran escándalo hacia la orilla y gruesas gotas de agua
cayeron sobre Irene, la gansa se sacudió rápidamente.
Regresaron a casa. Tuvieron los mismos cuidados con los enormes animales
que cruzaban veloces, y sólo escuchaban ¡Ruuuun, ruuuun, ruuuun!
Cuando se pararon en la puerta, vieron a la humana salir al patio. Todos
los hermanos de Medias: Neo, Naa, Mac, Ira, Luc y, ¡hasta Virgilio!, se
17

