Page 25 - Colección Rosita
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Todos bajaron en ese lugar alucinante, se instalaron a un lado del río, bajo
            un frondoso árbol y los dejaron correr libres por el pasto.


            Irene prefirió ir al agua. Deseaba permitir a todos admirar su garbo y
            habilidad al nadar, ¡se sentía fantástica!


            Pasaron todo el  día  ahí. Virgilio  escapó para  algún  lugar, se preocupó
            un poco, ¡era tan vago! Ojalá volviera a casa temprano y sin un rasguño,
            porque luego se enfrentaba a pandillas, disque peleando por el territorio,
            ¡o por alguna gata!, ¡ay, ese Virgilio tan canijo!


            Todo marchaba sobre ruedas, Irene se sentía realizada.

            En verdad, no le gustaba salir de su hogar cuando sentía ganas de nadar,
            era arriesgarse y exponer a Medias en el camino al río. La última vez, no
            pudo evitar que Naa los acompañara, ¡y casi sufre un accidente! Si no fuera
            porque nadó veloz hacia él y con sus alas lo atrapó de las profundidades,
            ¡quién sabe qué habría pasado!


            No comprendía cómo algunos humanos subían a esos animales enormes
            del run, run, y no volteaban a verlos cuando pretendían cruzar las calles,
            Virgilio  llegó  a  encontrar  a  más  de  uno  de  sus  amigos  moribundos  o
            muertos a la orilla de la carretera, ¡nunca entendería por qué lo hacían!,
            esos animalitos tenían derecho a vivir y nadie se los podía quitar. No todos
            eran como su persona, les daba amor y alimento; seguido iban de paseo y
            si les dolía la pancita, les hacía cita con el veterinario, un joven que nomás
            de verlo, se sentían mejor.


            Estaba inquieta, con ganas de nadar, de sentir la frescura del agua en su
            cuerpo, gozar de los rayos del sol y admirar los colores en el agua, además,
            ahí tenía ya algunos amigos pececitos, ¡nadaban con velocidad increíble
            bajo el agua!


            Pero  no  quería  salir,  no  sabía  porqué,  tenía  miedo  hacerlo,  quizá  un
            presentimiento.





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