Page 33 - Colección Rosita
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—¿Qué quieres?, ¿acaso te conozco?, ¿te di lugar para que me persigas?,
¿no verdad?, entonces, no lo hagas, ¡no hagas el ridículo!, eres un
burro de carga, acéptalo y vete, ¡por favor, déjame en paz!
Agaché la cabeza, avergonzado, miré de reojo mi carga, y con timidez
reculé, di la vuelta con las orejas gachas, la cola entre las patas y me fui.
Héctor ya venía por mí, agitando su sombrero, me tomó de las riendas y
me condujo nuevamente al camino. ¡Qué oso!
Cuando ya veníamos de regreso, mi niño montaba en mi lomo,
proporcionándome leves golpecitos en los costados con sus piernas, para
aligerar, o arreciar el paso.
Nos encontramos con Jojó, el burro sabio de la región, venía cargado
hasta el tope, su dueño lo hizo detenerse, para conversar con el mío.
Aprovechamos para platicar de la comunidad de animales.
—Como te iba diciendo Yuyú, ya estoy viejo, a veces creo que ya me van
a desechar, como dice el dicho, lo que no sirve, a la basura, y a mí,
la verdad, ya me dan reumas, y si no leo, ¡me aburro!, cualquier día
me sacrificarán, o me dejarán en el abandono. Por eso te digo, busca
ser algo grande, ¡triunfa en la vida!, no te quedes aquí para siempre.
El otro día, vino a visitarnos Memé, la burra del vecino, la trajeron
en una camioneta, se veía muy bien, su pelo brillante, estaba esbelta,
sus orejas bien arregladas, y la crin trenzada a la última moda, ¡hasta
pensé que no me iba a hablar!, la veía muy presumida, me acerqué y
entablamos una conversación, de verdad me dejó pensando:
—¡Soy muy feliz Jojó!, rebuznó entusiasmada Memé —en Burrolandia,
me cuidan y me dan de comer muy delicioso, duermo mis tres horas
diarias, como yo lo desee, parada o recostada, sin interrupciones, me
visten para lucirme de vez en cuando, además, nunca me cargan con
nada. Hace poco me fueron a ver, para lanzarme como actriz, ¡te das
cuenta!, ¡como actriz!, seré famosa, como Filemón, el de las películas,
que sale con una india muy graciosa. Definitivamente, ir a ese lugar,
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