Page 34 - Colección Rosita
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para  mí, fue  un beneficio,  cierto,  no soy tan  vieja,  todavía estoy
                  joven, cuando ya no era necesaria aquí, pensé lo peor, por fortuna,
                  me reclutaron y me llevaron a ese centro, donde puedo pastar a mi
                  antojo y recibo visitas seguido. Ojalá un día puedas venir, es un lugar
                  maravilloso. Ahí viven burros de todos, algunos, ya no podían ser
                  mantenidos por sus dueños, o ya no había espacio suficiente en sus
                  hogares. ¡Deberías venir!, ¡de verdad!


               —Y pues, sí he pensado en ir a Burrolandia, continuó diciendo Jojó,
                  —antes de que me vayan a sacrificar, por lo menos, deseo vivir mis
                  últimos años con calidad, sobre todo, feliz y tranquilo.


               —¿Es muy lejos Burrolandia?,  pregunté,  entrecerrando los ojos y
                  aguzando  las orejas, —es bueno  saber  de  otros horizontes  para
                  nosotros, todo mundo cree que, por ser burros, no entendemos, pero
                  si lo hacemos, además, somos muy obedientes, pero no nos valoran
                  cuando llegamos a  cierta  edad,  o cuando tienen  otras formas de
                  cargar cosas pesadas y ya no nos consideran útiles, nos dejan en el
                  abandono, o en el peor de los casos, como tú dices, nos sacrifican.

               —Pues ya tienes una opción, aconsejó, mirándome fijamente, —si te
                  interesa, tengo un camino trazado, lo dejó Memé, por si un día se
                  nos ofrecía.


            Estuve muchos días pensando en Burrolandia. ¿Cómo sería?, ¿qué había
            ahí tan bueno para nosotros? Y lo peor ¿Llegaría el momento que Héctor
            ya no me querría?, si fuera así, ¿me abandonaría, me sacrificaría, o me
            llevaría a Burrolandia?

            Se me olvidó, no pasó nada de eso, seguí disfrutando de mis paseos con
            Héctor, ¡del campo, los árboles, las flores, el sol y el agua!…, pero un día…


            Desperté sobresaltado, ese día, no iríamos al campo, me quedé dormido un
            rato más en el corral, escuché un ruido y voces en el patio. Me asomé con
            curiosidad, observé una camioneta llena de leña. Mi corazón dio un vuelco,
            ¡Héctor estaba trepado en ella, bajando leña en sus brazos, acomodándola



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