Page 43 - Colección Rosita
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Máximus




               Ella, tierna, hermosa y encantadora, desde pequeña nació sin dientes,
            siempre tiene la lengüita de fuera, al tacto está rasposa, le gusta ser tocada,
            cuando mueve la cabeza, esparce sus babitas por todas partes, le encanta
            estar en casa, dormir y comer, ¡esa es su vida!


            Él, atrabancado, rebelde  y con cara  de  enojado, su genio  no le  quita
            galanura, siempre atento a lo que pasa a su alrededor, escudriña hasta el
            último rincón, siempre está alejado de los juegos, viene a casa a dormir y
            comer, ¡esa es su vida!


            Vegetta vivía en la calle, ronroneando cuando algún humano se acercaba,
            anhelando  un poco de  cariño y unas migajas de  pan. Obtenía  sólo
            desprecios.


            Un día, el sol apareció para ella, radiante y esperanzador, unas manos
            suaves y acariciadoras, la tomaron, la arrullaron en sus brazos y la llevaron
            a un nuevo hogar; se asustó al encontrar a Míster, el perro enorme de
            la familia, en realidad, era un chaparrito encantador, pronto se hicieron
            amigos, tomó por costumbre dormir en su lomo y estirarse tan larga era,
            para desperezarse, cuando despertaba en esa bola de pelos confortable.


               —¡Déjame dormir!, ronroneaba, cuando Míster se movía, inquieto, por
                  ir a ladrar a quienes osaban pasar cerca de su casa. No se atrevía
                  a importunar  a su hermanita,  con infinita paciencia se mantenía
                  quieto hasta verla despertar.


            No recuerda cuándo, Míster se fue para siempre. Por fortuna ya el gruñón
            de Max vivía en casa, aprendió a tolerar sus malos humores y sus ausencias
            por las noches, ¡siempre volvía apaleado!








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