Page 45 - Colección Rosita
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—¡Me encanta ver el cielo, cuando está con todas sus estrellas encendidas,
como lucecitas, nada más para nosotros!, exclamó Loreta, con un
maullido, —¡es lo más fascinante que existe!
—¡Y todas son para ti!, Máximus vio la oportunidad de su vida, para
conquistarla para siempre, ¡cierra tus ojos y te llevo hasta ellas!
Loreta cerró los ojos, levantó su manita bien cuidada, Máximus la tomó
con cariño, si ella se lo permitía, ¡la podía cuidar todas sus siete vidas!
—Muy bien gatita hermosa, vamos a viajar al futuro, no estaba seguro
de lo que decía, pero algo malo no era, —imagina cómo te ves en
otra de tus vidas y dímelo, tal vez te lo pueda cumplir.
Lamentó la falta de una pileta con agua para arrojar monedas y pedir
deseos, pero eso era de humanos, los gatitos pedían deseos a la luna.
—No sé, estoy rodeada de muchos gatitos pequeños, empezó Loreta,
haciendo un coqueto mohín. Máximus espiaba sus gestos, con los
ojos entreabiertos. —Andamos jugando entre las nubes, hay muchas
estrellitas, nos podemos divertir con ellas.
—¿Sólo ves gatitos?, inquirió Máximus, intrigado, frunciendo el ceño,
—¿no hay ningún señor gato?, ¿alguien blanco, con ojos azules,
gallardo, valiente y audaz?
—No, solamente los gatitos y yo, dijo Loreta, abriendo los ojos y
maullando regocijada —¡No inventes Máximus!, ¡no podemos ir al
futuro, ni a las nubes, ni a las estrellas, ni a la luna!
Máximus entornó los ojos, ¡lo descubrió! qué pena, sólo la quería conquistar,
era una gatita acostumbrada a estar en casa, por lo tanto, debía tratarla
con delicadeza.
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