Page 50 - Colección Rosita
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—¡Encontré pollito en esta cajita!, maulló Máximus, ofreciéndole un
pedazo a Loreta, aventando a un lado la caja con una foto de un
humano con lentes, —¡está para chuparse los bigotes!
—¡Y yo encontré esto!, mostró con orgullo su hallazgo la gatita, —¡esta
comida hará un tigre de ti!
Engulleron la comida encontrada, sentían en el paladar el mejor sabor,
cada uno en su hogar, tenían comida suficiente, pero compartirla con
quien se ama, ¡era deliciosa!
Llegó a unirse a ellos la banda de El Negro, sin el temible gato siamés
enorme.
Tito, Romeo, Coco, Félix, Zeus y Silvestre se acercaron a la pareja de
mininos, avergonzados.
—Lo sentimos mucho Máximus, dijo Tito y los demás maullaron,
apoyándolo, —¡le tememos mucho a El Negro!
—Tal vez es un pretexto para ocultar nuestra cobardía, dijo Zeus, el
gato amarillo, delgaducho y tembloroso, —¡nos ha dado cada paliza!
—Lo entiendo, los tranquilizó Máximus, —no se preocupen, ahora,
¡estoy feliz!
—¿Ah sí?, adelantó unos pasos Romeo y puso su cara gris, de ojos
pardos, cerca de Loreta, —¿se puede saber por qué?
—¡Somos novios!, exclamó la gatita, emocionada, entrecerrando los
ojos y abriéndolos con coquetería.
—No, no puede ser, dijo Silvestre —cuando los gatos tenemos novia,
es para siempre, así qué, Máximus, tómate un respiro, piensa si de
verdad quieres a Loreta para siempre. —¡No necesito respirar, me
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