Page 51 - Colección Rosita
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quiero casar con ella!, dijo con energía, dando vueltas alrededor de
la banda.
—¡Excelente!, dijo Tito —aquí está Félix, él es quien ha llevado a cabo
la ceremonia de las parejas del barrio.
Félix se adelantó, su pelaje enmarañado lo hacía lucir obeso, aterrador,
pero al maullar, mostraba su debilidad.
—Aaa ve-e-r po-pon-pónganse a-a aquí, se adelantó a todos, dando
indicaciones a la pareja de novios.
Máximus y Loreta se adelantaron a todos; la banda se acomodó con
solemnidad tras ellos, esperando los maullidos de Félix.
Por lo menos me deshice del ridículo abriguito a tiempo, si no, ¡qué
bochorno!, pensó Máximus, tomando a su novia de la pata.
—Co-co-coco, ¿me me a-a-yu-ayu-ayudas?, tartamudeó con débiles
maullidos Félix.
—¡Pero, por supuesto!, dijo Coco, maullando las palabras —tú nomás
ordena y si dices rana, yo brinco.
—Bu-bu-bueno, a-a-aquí, tú-tú, e-e-ere-eres, el-el re-rey ga-ga-gato y
tú- tú-e-e-ere-eres la-la re-re-rei-reina-ga-ga-gata.
—¡Al grano Félix, no des tantos rodeos, no nos vaya a caer El Negro!,
dijo Silvestre desesperado, nunca tenía ni tantita paciencia.
—¿A-a-acep-aceptas po-por es-espo-esposo a Má-Má-Máximus?
Loreta miró con amor a Máximus.
—Acepto, en ésta y en mis siete vidas, afirmó feliz.
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