Page 80 - Docentes que transforman vidas que forman...
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¿Qué acaso tú no has mejorado en diversos aspectos de tu
            vida?, porqué negar la condición humana de evolucionar y ser
            mejores. Cuando las prácticas se impregnan de destino, cuando el
            profesorado pone su expectativa en negativo, el quehacer docente
            se  corrompe  antes  de  la acción, se  profetiza  un  futuro  creado  a
            partir de suposiciones donde hay vencedores y vencidos, buenos y
            malos, destacados y mediocres. El juez y juzgador es la(el) docente
            y el enjuiciado: el estudiantado.


            Hay que recordar el poder simbólico del lenguaje, las expresiones
            escritas, orales y paraverbales, que expresan y dan sentido a la vida
            del estudiante y como se constata en el contenido del libro y en las
            propias historias de vida, las y los docentes empleamos el lenguaje
            para la construcción y mejora o para la denostación y humillación,
            que a mi parecer sigue siendo una práctica reprobable, ya que en su
            lugar deberíamos sembrar la semilla de la esperanza. Al respecto
            Kaplan (2021) añade que: “los actos del lenguaje no son inocentes
            ni neutrales, sino que poseen una eficacia simbólica para exaltar
            las virtudes o bien al denigrar o rebajar al otro” (p. 41). La misma
            autora aclara entre el lenguaje y la clase social lo siguiente:


                  Cuando el origen social de los estudiantes es más bajo, a notas
                  iguales o equivalentes, las apreciaciones de los profesores son
                  más severas y más brutalmente expresadas. Por contraste,
                  los estudiantes de sectores más altos son calificados –en el
                  sentido de adjetivados– con eufemismos, con sutilezas, con
                  mayor riqueza en el juego del lenguaje (p. 35).

            Para cerrar este apartado y con el preámbulo contextual sobre los
            aspectos de la práctica que no favorecen el desarrollo estudiantil
            y sus procesos de aprendizaje, se presentan algunas opiniones que
            reconfiguran la idea y refrescan la práctica docente para desanudar
            aquello que nos es funcional y que merece la pena recuperar. Los
            he denominado siete principios para una docencia transformadora.






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