Page 109 - Los objetos del poder
P. 109

quedaba más que pelear, lo que resultó excelente, porque así lo habían
            planeado los siete generales.


            La batalla  continuaba ferozmente, sin  ningún  lugar donde poder
            encuartelarse, había personas designadas para entrar a la cueva y verter en
            ella aceite y demás objetos que provocarían el incendio y las explosiones;
            pero en ese momento, ya muchos querían ser héroes y entrar a destruir
            ese lugar. Sin embargo, no era fácil, los portales cambiaban de lugar en
            la tierra, el aguacero se intensificó tanto que no era posible poder ver a
            pocos metros de distancia al frente; aunado a ello las tolvaneras arrojaban
            sus polvos, arena y tierra con fortaleza y furia, los deslaves no se hicieron
            esperar, por lo mojado de la tierra, los tornados arrasaban con cualquier
            individuo que se cruzara en sus caminos y los temblores desbalanceaban
            por completo a los guerreros.


            Algunos lograban cruzar esas barreras, mientras la mayoría se quedaba
            atrás en la batalla, se acercaban cada vez más a la cueva de Aldebarán, pero
            más portales se abrían haciéndolos caer nuevamente lejos de la caverna.


            René se esforzaba al cien por ciento, daba órdenes e instrucciones sin cesar,
            sus  subordinados  intentaban  de una forma y  otra  traspasar  las fuertes
            calamidades, para llegar a la afamada cueva del espíritu ermitaño.


            Barto junto con Marco, se abrían paso entre los portales y los tornados,
            debían llegar a ese lugar, con o sin guerreros que los ayudaran, eran muy
            ágiles, pero les costaba mucho trabajo avanzar pocos decámetros.


            Albus y Bruu  no dejaban  de  dar  órdenes, zumbaban por doquier  las
            palabras de los dos valientes guerreros, Albus ya era un poco mayor y no
            avanzaba con la misma velocidad que Bruu, pero en todo momento sus
            escoltas los protegían, inclusive atravesándose entre la trayectoria de una
            rama cambada o piedra que fuese a impactar a Bruu o Albus, por la fuerza
            desmedida de la madre naturaleza controlada por Aldebarán.


            Las  bestias  y  demás  animales  también  sucumbían,  era  importante
            ayudarlos, porque ellos llevaban la mayor parte de los materiales y cargas


                                                                                107
   104   105   106   107   108   109   110   111   112   113   114