Page 113 - Los objetos del poder
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Aldebarán  continuaba  abriendo  pequeños  portales,  en  los  que  caían
            tres o cuatro guerreros, los trasladaba muy atrás, al inicio de la batalla,
            y volvía a cerrar esos portales dentro de la cueva, esto permitía progreso
            en las profundidades de la caverna, puesto que no todos eran regresados;
            los portales se abrían y cerraban continuamente, ya fuera en el suelo que
            pisaban o justo enfrente de donde caminaban.


            A la entrada de la cueva, existía una aglomeración grande de personas, la
            entrada era muy estrecha y sólo se expandía muy poco; además, como no
            era muy alta, varios guerreros se golpeaban fuertemente en el techo de ella,
            dificultando aún más el tráfico de los individuos.


            Mientras tanto, los que no lograban llegar a la cueva, seguían luchando
            con el poder de la madre naturaleza desatado por Aldebarán, los heridos
            de gravedad  retrocedían a donde no era  tan fuerte  el  desastre, varios
            hectómetros  atrás,  donde  los  portales  enviaban  a  los  que  estaban  más
            adelante, cayendo sobre sus compañeros.


            Pasó una hora desde que se dio la indicación de que sólo bajaran hasta
            donde les fuera posible en dos horas, aunque muchos soldados y guerreras
            habían sido regresadas al inicio de la contienda, muchos más continuaban
            bajando las fauces de la cueva.


            Barto proseguía escribiendo frases que lo ayudasen en la confrontación,
            mientras sus homólogos generales ordenaban a los soldados; pero las letras
            perdían su tonalidad azul, tornándose de color rojo para desaparecer ante
            los ojos y mirada desesperada de su escritor.


            En  el  epicentro  de  la  batalla,  Viktor  y  Bruu  continuaban  apresurando
            a todo aquel que llegaba a la entrada de la caverna, tratando de evitar
            mayores aglomeraciones entre los individuos. Lo consecuente realizaban
            Taurus, René y Marco al final del camino horizontal, dentro del lugar
            alumbrado por las antorchas de los valientes y ensangrentados guerreros.


            De pronto dos portales se abrieron en diferente lugar al mismo tiempo,
            uno justo donde estaba Bruu parada, cayó en él, en un parpadeo, no dio


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