Page 117 - Los objetos del poder
P. 117

Como por arte de magia, todas las calamidades y furia de la naturaleza,
            se detuvieron por completo  y cada guerrero que  aún no había sido
            transportado hacia atrás, en ese preciso momento se transportó, incluso
            los generales que quedaban al frente y todos los soldados que habían caído
            bajo tierra, cuando ésta se abría, puesto que Aldebarán nunca los asfixió
            ni comprimió, sólo los atrapó en ella, los portales aparecieron justo bajo
            los pies de todos los que quedaban más adelante de los heridos, y todo el
            ejército pudo observar que Barto apareció frente a ellos con la antorcha
            encendida,  a  punto  de  incendiar  a  todo  su ejército, aunado  a  eso una
            hilera de llamas azules se hizo presente, como la que Barto observó hace
            muchos años en lo más adentro de la cueva y lo acompañó a salir de ella,
            aparecieron como si Barto las liderara con la antorcha que traía en su
            mano, todo fue tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar ante nada, ya
            no había forma de apagar la antorcha sin quemar a todos sus seguidores.


            Aldebarán apareció frente a él y le dijo, –te equivocaste Barto, nunca tuviste
            ventaja, yo siempre hice y deshice a mi voluntad lo que quise con todo tu
            ejército, esta batalla siempre estuvo escrita, tu libro nunca pudo ayudarte y
            yo siempre jugué con ustedes, dándoles tiempo, accesos y muchas ventajas
            más,  ahora  estás  a  punto  de  terminar  con  todo  el  gran  ejército  de  tu
            inmensa alianza, es imposible que apagues esa antorcha que cargas en tu
            mano; y la fila de llamas que ves a lo largo y ancho, sólo está esperando mi
            orden para encender todo a su paso, has perdido. Nunca antes alguien se
            había revelado contra mí, y menos de esta manera en la que tú lo hiciste,
            fue una total y completa falta de respeto hacia un ser antiguo e inmortal.
            Pero fue divertido jugar con todos ustedes, por ello te diré, soy generoso
            y no guardo rencor, te ofrezco una última oportunidad de salvarte a ti y a
            todos los tuyos, ríndete y que cada uno de tus hombres, mujeres y súbditos
            te escuchen, yo me encargaré de amplificar tu voz, engrandéceme y todo
            terminará sin un solo herido o muerto más.


            Barto no tenía nada qué pensar, la decisión era simple, quemar a todo el
            ejército, valientes hombres y guerreras, amigos, padre y esposa, o rendirse,
            deteniendo todo el imponente y aplastante poder de Aldebarán, además
            vería morir a todos los suyos y él sólo terminaría con graves lesiones, pues
            tenía hasta sus 100 años de edad, por la escritura que hizo en su libro.


                                                                                 115
   112   113   114   115   116   117   118   119   120   121   122