Page 116 - Los objetos del poder
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ese  sentimiento, porque  lo mismo  le  sucedió con sus amigos, Marco y
            Taurus, en el interior de la formación rocosa.


            En ese momento, Aldebarán ya había hecho una jugada magnífica, hizo dos
            portales, uno en cada sitio diferente de la cueva, en el pasadizo de escaleras
            y en la bajada principal; cada portal se situaba muy abajo, más allá de
            donde cayó la última gota del líquido inflamable, los portales comenzaron
            a ascender, transportando a los hombres y mujeres atrapados junto con
            todo lo explosivo, justo arriba de donde caían los guerreros trasladados
            kilómetros atrás.


            La lluvia cesó por completo, y no sólo eso, se evaporó toda el agua con
            gran prontitud y la temperatura del ambiente ascendió abrazadoramente,
            como si se encontraran en un desierto caluroso, luego comenzó a llover
            por los portales aceite, brea, alcohol, paja, pólvora y todo el material que
            se introdujo en el interior de la caverna, incluidos los humanos. La gran
            mayoría de los soldados estaban muy heridos, ya fuera por la caída de
            dos metros de altura o por las calamidades que enfrentaban, aunado a
            eso junto a algunos de ellos se encontraban compañeros muertos, todos
            comenzaron a bañarse por completo en esos materiales, que en cualquier
            momento  se encenderían.  La  inmensa mayoría  de  personas  gritaba  de
            terror, no podían escapar a causa de sus heridas, y los pocos que estaban
            sanos, se  imposibilitaban  para  ayudar  a  tantos  y tantos  individuos,  era
            el fin del ejército gigantesco de la gran alianza, y Barto no lo sabía, él
            seguía en la entrada de la cueva, algunos soldados seguían combatiendo en
            donde se encontraban los tornados y los portales que no permitían el paso,
            pero la mayoría estaba más atrás, donde los heridos y transportados se
            encontraban, la furia del poder de Aldebarán fue detenida por completo,
            sólo seguía cayendo por los portales todo el material que en su momento
            entró en la cueva.


            En ese preciso instante, Barto encendió una antorcha, con la intención
            de prender el inicio del camino que iba hasta el fondo de la caverna, dijo
            con voz fuerte y clara, –a pesar de todo tu poder, yo he ganado esta lucha
            Aldebarán, fuiste un oponente formidable, pero yo he vencido. No tenía
            idea de todo lo que acontecía a unos kilómetros atrás de sus pies.


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