Page 120 - Los objetos del poder
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información sobre Aldebarán, ahora lo importante era que sanaran los
            enfermos, y dieran a sus difuntos la sepultura que cada quien considerara
            adecuada.

            Barto  ayudaba sin  descanso, tanto  así que  ni siquiera  tuvo tiempo  en
            meditar las palabras de Aldebarán, ya le había dado la respuesta de dónde
            estaban los otros espíritus y él nunca lo notó, no se dio cuenta por coraje,
            arrogancia y avaricia.


            Cuando la mayor parte del ejército que vivía cerca del lugar de la contienda,
            había roto su formación y se retiraron a sus hogares, Barto tomó su libro
            e invocó a Aldebarán, y al aparecer frente a él, Barto se apresuró a decir,
            –no quiero preguntas ni respuestas, en esta ocasión sólo hazme un favor,
            ayúdame, es mi deber velar por todos, abre portales a los lugares más lejanos
            para que tus adversarios puedan cruzarlos y sean atendidos rápidamente,
            llegando de inmediato a sus moradas natales, sin que corran el riesgo de
            morir en el camino. Aldebarán desapareció de inmediato sin decir nada y
            algunos portales se abrieron, se veía claramente la ciudad o el reino que
            estaba del otro lado, eran los lugares más lejanos a trasladarse, y por la
            condición de sus enfermos y la larga distancia aún no los habían evacuado,
            Barto dijo a todos, –es seguro cruzar por ahí, vayan con sus familias y sean
            atendidos.


            Al retirarse todos los guerreros del gran ejército, sólo quedaron los gloriosos
            líderes que  esperaron a que  el  último  soldado se retirara  sano y salvo,
            no habían dormido en lo absoluto, porque el auxilio de sus seguidores
            ameritaba todo su esfuerzo, día y noche. Se despidieron y cada quien tomó
            su camino, Barto, Bruu, Marco, Albus y Clorif hacia Magna, Taurus hacia
            Runas, Otis hacia Urango y Viktor se dirigía a Troza, cada quien en sus
            corceles partieron a sus lugares de origen.














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