Page 119 - Los objetos del poder
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respuesta de la localización de los otros seis espíritus antiguos, pero estabas
            tan cegado por la codicia, que te encerraste dentro de ti mismo, te forjaste
            una prisión que no te permitió ver más allá de esos muros. En aquel instante
            no prestaste atención a mis palabras, con gusto te lo volveré a repetir, pero
            no ahora, atiende a tus heridos, lleva a tus muertos, retírense, y cuando sea
            el momento volveremos a dialogar, le regreso el poder que le quité al libro,
            ahora es igual de poderoso que antes, nos veremos después Barto.


            De inmediato se giraron instrucciones a los guerreros menos lesionados,
            vayan por ayuda, doctores, maestros, artesanos, mujeres, comerciantes,
            herreros, carpinteros, quien sea, a los lugares más cercanos, todos deben
            venir a auxiliar a los heridos, la cantidad de personas lesionadas es enorme,
            no podremos movernos de aquí, deberá llegar la ayuda hasta este preciso
            lugar.


            Todos los que tenían fuerza suficiente para ir a dar el mensaje y traer ayuda
            se fueron, montando las pocas bestias que aún tenían fuerza suficiente, a
            excepción de los generales, que permanecieron con sus soldados, Bruu,
            Marco, René, Albus, Clorif, Viktor, Taurus, Otis y Barto dieron una lección
            de humildad, amistad y compañerismo, porque no abandonaron ni a un solo
            guerrero del ejército a pesar de que también estaban lesionados, golpeados
            y sumamente cansados, en especial Otis, Albus y Clorif, el bienestar de los
            demás, se convirtió en lo más importante para ellos mismos. Luna Apenas
            regresaba al campo de Batalla, Barto se alegró mucho al verla, sintió en
            su corazón una gran algarabía, ella llevaría rápidamente el mensaje, y el
            auxilio llegaría en gran escala, de inmediato también la envió pidiendo
            ayuda a Magna, era un lugar muy grande y había muchas personas que
            podían socorrer, Luna no tuvo tiempo ni de descansar cuando fue enviada
            de nuevo.

            Poco a poco comenzaron a llegar personas de los lugares más cercanos a
            la batalla, con instrumentos médicos, alimentos, toallas, valdes, medicinas
            y demás accesorios, se le daba prioridad a las heridas y heridos de mayor
            gravedad, y todo aquel que podía auxiliar lo hacía sin descanso. Por fin,
            después de un gran lapso de tiempo, todos fueron atendidos y trasladados a
            sus lugares de origen, los generales después los convocarían o harían llegar


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