Page 79 - Los objetos del poder
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secretos, inclusive desde la creación, pero nunca me has querido decir
cómo encontrar a los demás espíritus ancestrales, eso es lo que deseo saber,
ya has cambiado de opinión y ahora, ¿sí me lo dirás? Aún no, –contestó.
–Entonces ¿A qué has venido, sólo de visita? En efecto –respondió el
antiguo ser. Siguieron dialogando por poco tiempo sin un tema específico
de importancia, limitándose uno al otro para no dar detalles de ninguna
información, pero se leyeron claramente como manual abierto.
Ambos comprendieron algo esa ocasión, la guerra entre la sabiduría y
la inteligencia de los dos era irremediable e inminente, estaba próxima
y se avecinaba. Aldebarán por información de Fínix sabía que existía un
plan de un ejército enorme que se dirigiría a su cueva en un futuro, había
mucho qué planear y todo era ultrasecreto, pocas personas de alto rango lo
sabían. Barto se dio cuenta que Aldebarán ya sabía del plan o sospechaba
de él, así que habría que descubrir al traicionero informante, aunque todo
indicaba que era Fínix, su nerviosismo constante y su inseguridad, daban
razones para situarlo como el primer sospechoso.
Barto mandó llamar a Fínix, y estando a solas, por medio de mentiras
obtuvo verdades, le dijo; sé que me has traicionado, no lo niegues, mejor
habla y dime toda la verdad, con ayuda de Aldebarán me enteré de algunas
cosas, pero prefiero que me las digas tú. Esto era totalmente falso, Barto
no sabía nada, sólo sospechaba que su amigo de la infancia, algo extraño
realizaba en su contra.
Fínix rompió en llanto, se postró ante los pies de Barto y suplicó perdón,
esta reacción desconcertó por completo a Barto, pero se mantuvo serio y
volvió a repetir, habla ahora y dime toda la verdad, Fínix abrazando los
pies de su amigo y con lágrimas desconsoladoras comenzó:
–Me cegó la ambición y la envidia, tú lo tenías todo con ayuda
del libro del poder, yo sólo quería algo para mí, hace mucho fui a
la cueva donde vive Aldebarán y bajé, lo llamaba por su nombre
constantemente y nunca apareció o contestó, tristemente no fui
capaz de mantenerme fuerte y no llegué al fondo, cuando me rendí,
comencé a subir; en ese momento Aldebarán se hizo escuchar ante
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